lunes, 20 de octubre de 2008

El Manual de Convivencia, el Espíritu de Grupo y el Desarrollo de la Autonomía

Ensayo
El Manual de Convivencia, el espíritu de grupo y el desarrollo de la Autonomía -Relato de un caso-
Por: Elkin B. Marquez Fernandez
EPDAA UNAD 2008
Consejería de Grupos.

Desde la óptica de la dinámica de grupos analizada en la asignatura Consejería de Grupos de la Especialización en Aprendizaje Autónomo de la UNAD (especialmente los planteamientos de Tito Nelson Oviedo del ICESI), el autor pudo observar un caso que desea compartir con los lectores bajo la modalidad de ensayo libre. En este caso se puede ver con claridad el efecto que tiene la imposición de reglas sobre una comunidad, aunque las mismas tengan mucha lógica y sean coherentes con la constitución. También la cohesión que puede surgir en un grupo que adquiere elementos de identidad en la forzosa clasificación que sobre ellos hacen quienes fungen como sus dirigentes o gobernantes, y el efecto de arrastre que sobre un grupo homogéneo tiene una iniciativa de rebeldía que interprete el sentir común. Al final, se puede ver que un grupo surge de una clasificación externa, se consolida por la identidad mutua y la solidaridad y luego se desvanece sin formalidad alguna.

El caso se desarrolla en la Institución Educativa Elvia Vizcaíno de Todaro, en Aracataca, Magdalena, en los primeros meses del año 2007. En ese entonces el docente que les relata, en adelante mencionado como “el observador”, se desempeñaba como docente de media en las asignaturas de física y matemáticas.

El personaje principal fue un estudiante, que venía de un hogar disfuncional, padres separados y ausentes, y bajo la tutela de la abuela. El estudiante estuvo desescolarizado voluntariamente dos años, abandonó sus estudios apenas iniciado el décimo, por motivos que el observador desconoce. Luego, en el año 2006, con la ayuda de un amigo que es estudiante de la institución, usa de la figura de asistente para ir a clases, pero sin haberse matriculado. El docente de química halla que sus habilidades para el aprendizaje son superiores al promedio de los demás estudiantes, e intermedia para que lo acepten como estudiante matriculado, a pesar de que no cuenta con los papeles necesarios para ese trámite, en el grado decimo.

El estudiante cuenta con ciertas particularidades que le merece un rechazo entre la mayoría de docentes y directivos: a pesar de ser brillante, es bullicioso, no hace todas las tareas, se sienta en los puestos de atrás y lo que más problemas le causó: tiene el cabello largo. Adicionalmente, debido a sus limitaciones económicas, no se presentaba con el uniforme completo a las clases, y en lugar de un pantalón negro, como indicaba el manual de convivencias, usaba siempre un mismo jean azúl.

Eventos observados: en cierta clase, el docente de filosofía le sugiere que debe cortarse el cabello, y previamente había sido indicado por muchos otros docentes en el mismo sentido, ya que su presencia personal no estaba de acuerdo con las normas escolares. Entonces el estudiante hizo unas carteleras que repetían el derecho constitucional al libre desarrollo de la personalidad, indicando el artículo correspondiente. Esta reacción fue interpretada por el docente como una falta de respeto.
En otra ocasión, un docente de gran influencia en la institución lo llamó aparte y le mostró que él era diferente a los demás y le sugirió que debía interpretarlo como algo que no era normal.
En otra ocasión, al margen de unas elecciones escolares, la directora le advirtió que si no se cortaba el cabello no podría ejercer el cargo.

El estudiante se lanzó como candidato a personero estudiantil, y tomó como lema de campaña precisamente su apariencia personal. Hizo campaña con frases tales como “Gordo o Flaco, Calvo o Pelucón, vota # en el tarjetón” y “Se Vale Todo lo que eres, todo lo quieres, todo lo que puedes” (parafraseando un eslogan de una compañía colombiana de confecciones).

Los demás estudiantes de la institución interpretaron a este candidato como símbolo de la rebeldía y al otro candidato (un excelente lider escolar) como símbolo de la alineación. El observador observó esa tendencia en las expresiones informales de los grupos de estudiantes, que básicamente decían que las directivas no querían que el estudiante ganara las elecciones, así que hicieron suya la campaña.

Un día antes de las elecciones, según relató el estudiante, la rectoría le dijo que si no contaba con el uniforme completo para el día de las elecciones, no le reconocería los resultados de las elecciones. Este relato motivó a muchos de sus compañeros para que hicieran una colecta y le compraran un pantalón negro. El día de las elecciones contaba con su uniforme de diario completo.

El estudiante ganó las elecciones con un alto margen de diferencia frente a su contendor. Sin embargo, no tuvo un desempeño brillante como personero, pues el observador interpreta que el objetivo personal del estudiante no fue el des el personero sino el de demostrar que sí podía llegar a serlo.

Posteriormente, ese mismo año, el observador vio la resolución de un conflicto entre otro estudiante y un directivo en la institución. Ese otro estudiante llegó una día con el uniforme incompleto y la coordinadora de disciplina le dijo que no podía entrar a clases sin el uniforme, a lo que el estudiante se enfrentó argumentando que debido a un accidente el uniforme se había perjudicado y ese día no tenía otra forma para ir a clases sino con el uniforme incompleto, pero que él tenía el derecho a la educación, y que no podía sacarlo de clases por ese motivo. El caso se resolvió cuando la coordinadora de disciplina lo dejo seguir y no le reclamó más en esa ocasión.

Conclusiones:

El observador pudo observar que, a pesar de que se supone que el Manual de Convivencia fue elaborado en concertación con los estudiantes, las normas respectivas a la presentación personal y uniforme no fueron concertadas realmente con los niños y jóvenes, por lo que las normas no tenian el mismo sentido para los directivos y docentes que para los estudiantes. Es una falacia hacerles creer que ellos tienen poder de decisión cuando en realidad sólo se les hace escoger dentro de un universo limitado de opciones predeterminadas.

Para lograr el propósito de educar en la democracia, debe permitirseles a los jóvenes la oportunidad de experimentar las consecuencias de tomar decisiones contrarias a las establecidas como moralmente correctas, con el fin de aceptar las normas coherentemente con su sistema de valores o moralidad personal.
“la escuela activa se esfuerza en proporcionar al niño situaciones en las que tenga que experimentar directamente las realidades morales, y que vaya descubriendo, poco a poco, por sí mismo las leyes constitucionales…”[1]

Por otro lado, el observador pudo verificar en este caso que la conformación de un grupo puede originarse por la calificación que se le haga a un grupo disímil de personas con un factor común, por parte de personas de un nivel superior o con ascendencia. En este caso, hubo cohesión de grupo cuando una cantidad de estudiantes identificó a uno de los candidatos como un rebelde que enfrentaba a los directivos por normas con las que ellos tampoco estaban de acuerdo. En la democracia como en la vida real, se conforman grupos de apoyo en torno a ideas comunes o a resentimientos que afecten a personas del mismo nivel. En este caso, el observó la creación de un grupo de apoyo a la campaña originalmente solitaria del estudiante “rebelde”.

Otro factor de cohesión del grupo fue la comunicación: los mensajes proclamados por el estudiante eran claros e iban dirigidos a potenciar el desencanto que sentían en común. Una característica de este grupo de apoyo es también que hablaban el mensaje común de los jóvenes, pues para un joven no tiene el mismo sentido el uso de un uniforme que para el adulto. El observador sugiere que mientras para los adultos el uniforme persigue la meta de la formación igualitaria, para el estudiante es simplemente una solución de vestido institucional para evitar el desgaste de su ropa.

Otra característica de este grupo de apoyo es que aceptó la expresión de los sentimientos del que hizo su líder, mientras no aceptó la expresión de los sentimientos de quienes debían ser sus líderes, o sea, los directivos docentes.

El observador pudo percibir que la rebeldía del joven estudiante fue interpretada casi por todos los docentes y directivos como una falta de formación. En conversación con algunos directivos y docentes, ellos justificaban el comportamiento del estudiante como consecuencia de su hogar disfuncional, pero no lo aceptaban. Incluso, en una conversación en la cual el nombre del estudiante fue sugerido para participar en la convocatoria de una beca, casi logran excluirlo con el argumento de que no era sumiso.

El grupo de apoyo se diseminó una vez que alcanzó su logro de las elecciones, y el desempeño del joven estudiante fue poco brillante en su labor como personero. Sin embargo, demostró en las pruebas estatales un desempeño muy superior al promedio, alcanzando los mejores puntajes históricos al interior de la institución. El observador cree que la ignorancia sobre conformación y dinámica de los grupos evitó que los docentes percibieran y potenciaran el fenómeno en la institución a favor de unos procesos académicos más dinámicos y atractivos para el estudiante.

El observador tambien concluye que la conformación del grupo de apoyo desarrollo en los estudiantes un espíritu de autonomía, que debe ser estimulado y reforzado. Los espacios de ejercicio de la democracia son valiosos experimentos del ejercicio del propio criterio, aún en contra de lo que sugieren las personas que tienen ascendencia sobre los jóvenes, es decir, los profesores y directivos. Es una lastima que cuando los estudiantes tienen pensamiento critico o un pensamiento independiente, sea considerado problemático y rebelde, ya que no se conforma con los lineamientos establecidos por sus superiores y eso es interpretado como desobediencia.

La capacidad para desobedecer no debería ser catalogada como un defecto de la personalidad, y en cambio sí como un signo de un incipiente desarrollo de la autonomía. Debería concederse espacios de comunicación a los estudiantes rebeldes para que expresen los motivos de su comportamiento, sus sentimientos y argumenten sobre las consecuencias de sus comportamientos. Una vez que se negocien esos sentidos, al sentido de Dewey[2], la misma comunidad de estudiantes debe opinar sobre el caso y decidir sobre la moralidad del asunto. Estos ensayo, efectuados de manera controlada, podrían concederles a los jóvenes más oportunidades de formación ciudadana que las lecturas de muchos textos que no tienen sentido para ellos.

Para terminar este ensayo, el observador quiere dejar abiertas varias de las preguntas que se hizo a sí mismo durante los días de este caso. ¿es la misión del docente “formar” a personas conformes con el sistema? ¿cómo debemos reaccionar ante los estudiantes que no están de acuerdo con nuestros sistemas de valores? ¿y si los estudiantes tuvieran más poder que los docentes, seguiríamos reaccionando de la misma forma ante sus críticas? ¿Qué sucede con los estudiantes rebeldes que no podemos conformar a nuestras expectativas y sugerimos su traslado a otros centros educativos? ¿cómo puede el docente maximizar la conformación de grupos de apoyo para alcanzar los propósitos de la educación escolarizada?

Elkin Marquez, 30 de mayo de 2008

[1] Piaget, 1933, pp. 13-14, citado en: Capítulo II, leccion 4 pagina 4, asignatura Consejería de Grupos, EPDAA, UNAD, 2008.
[2] LA CONSTRUCCIÓN DE LA DEMOCRACIA DESDE LA ESCUELA, artículo publicado en [2] http://w3.cnice.mec.es/recursos2/convivencia_escolar/5_2.htm, citado en: Capítulo II, leccion 4 pagina 4, Modulo Asignatura Consejería de Grupos, EPDAA, UNAD, 2008.

No hay comentarios: