martes, 16 de diciembre de 2008

¿EDUCACIÓN = FORMACIÓN?

16/12/08

Hoy estuve leyendo la participación de un compañero de la U, y noté que usaba el término formación como una actividad realizada dentro de la educación.

Yo le escribí lo que sigue, explicando porqué no estoy de acuerdo con esa sinonimia.

"...me gustaría referirme al término de "formación", el cual considero impropio de la educación, o a la verdadera educación como impropia de la formación.

En mi entorno, estamos acostumbrados a mezclar los conceptos de formación, educación, capacitación y entrenamiento. Pero sin ir a profundizar en lo que no sé, quisiera resaltar que "formación" presupone la existencia de un "molde" al cual se debe ajustar la persona o la cosa "formada".

La educación, por el contrario, debe ser la activación de un motor de búsqueda hacia el interior de cada quien, hasta encontrar o diseñar su propio "perfil": ¡es todo lo contrario!

Pero nada más mirar "por encimita" a las escuelas, y parece que la formación manda la parada: formación para entrar a los salones, uniformación para el vestir, normas de convivencia heterónomamente construidas, reglas y más reglas...

Por el contrario, casi ningún profesor parece tomarse en serio su misión como desarrollador de talentos, como entrenador de la vida. Simplemente somos "formadores".

¿Qué formamos?
Tomamos jovenes inquietos, y los tornamos "disciplinados".
Tomamos niños llenos de preguntas, y los formamos "hacedores de tareas".
Tomamos la inteligencia natural e inquisitiva, y la sometemos a un currículo. una carrera ajena.
Tomamos espíritus libres, y los formamos en espiritus encadenados a una nota o una valoración.

No estoy de acuerdo en confundir "educación" con "formación". Uno puede formar un pan de yuca de una masa de yuca, pero nunca debe saber con certeza qué va descubrir en un muchacho obstinado. Si lo sabemos con anticipación, entonces nuestro trabajo lo puede hacer cualquiera, y nos tenemos bien merecido el bajo sueldo que ganamos.

sábado, 13 de diciembre de 2008

LAS DISCUSIONES ESTÉRILES

Estuve disertando en la reunion de plan de mejoramiento de mi institución acerca del planeamiento curricular: que a mi me parece una debilidad del sistema el que pida los planes curriculares de área antes de iniciar el año escolar. Yo manifesté la idea de que la planeación educativa debe empezar una vez que se conocen a los estudiantes, sus necesidades y sus expectativas, tanto individuales como de grupo. No bien había expresado mi idea cuando una profesora se levantó a contradecirme. Muy bien. Ella dijo que por las edades de los muchachos y las exigencias del currículo ya uno como docente debe anticipar qué es lo que se les debe enseñar. Eso no era lo que yo estaba expresando, pues aunque se esperen muchachos con determinadas características, el grupo que realmente llega puede ser muy distinto al “planeado”, con la excepción de los docentes de primaria que migran de grado junto con sus grupos. Esa delimitación del plan por lo general provoca una rigidez en el programa y obstaculiza la participación activa del estudiante en la determinación de su propio futuro, y perjudica el desarrollo de su autonomía, que hasta ahora es un valor practicamente ausente en el diseño de la educacion de mi institución. Obviamente mi idea no fue comprendida, y pudo interpretarse como una tontería, pero eso es válido. Mi reacción fue terminar con la discusión, aceptando las posibilidades de error en mi propuesta y las posibilidades de certeza en los argumentos de la profesora.

Luego y en lo personal, un amigo me criticó el abandono de la discusión como señal de debilidad “argumentativa”, y eso me puso a pensar. Luego de meditar un rato, quise construir este escenario ficticio que ahora les propongo como "lo que debería haber hecho".

Jusrto después de la intervención de la profesora, me hubiera gustado referír la historia del tipo que se encontró a otro y le dijo: “oye Raúl como has cambiado... antes eras gordo y ahora eres flaco, antes eras alto, y ahora eres bajo, antes eras blanco y ahora eres moreno!” a lo que el otro tipo le responde: “yo no me llamo Raúl, sino Pedro”. “Vaya… hasta el nombre te cambiaste…”

Ja ja. Si alguien tiene una idea en la cabeza y esta convencido de que es cierta, no vale la pena discutir. ¿para qué vamos a amargarnos la vida?

Otro relato que me hubiera gustado referir es este: Cierto periodista fue a entrevistar a un anciano que había logrado alcanzar la sorprendente edad de 120 años, para indagar por los motivos de su longevidad. Una vez hecha la pregunta, el anciano respondió: “mi secreto es mi estilo de vida. Nunca me he peleado ni discutido con nadie, y si lo he logrado es porque nunca he contradicho a nadie, así de sencillo”. Entonces el periodista, perplejo, le replicó “¡pero eso no puede ser, no lo puedo creer!” a lo que el anciano dijo “Ah, bueno, entonces no”.

Ja ja. No nos amarguemos la vida en discusiones que no van a llevar a ninguna parte. seamos felices.

Otra más: durante el desarrollo de un juicio, el juez escuchaba atentamente a los argumentos del fiscal, y al final de la intervención se le quedó mirando de manera pensativa y le dijo “usted tiene toda la razón”. Luego se levantó el abogado defensor y expuso los argumentos de la defensa, y al final de la intervención el juez se lo quedó mirando de manera pensativa y le dijo: “usted tiene toda la razón”. El secretario, que estaba trascribiendo el juicio, se dio cuenta de la incoherencia del juez, y muy sigilosamente se le acercó y le dijo en voz baja: “Sr. Juez, los argumentos del fiscal y del defensor son opuestos, usted no puede darle la razón a los dos al mismo tiempo”, a lo que el juez se lo quedó mirando de manera pensativa y le dijo “usted tiene toda la razón”.

Ja ja. Es posible que todos tengamos la razón! (esa es una de las remificaciones filosóficas de la fisica cuántica, ver Blog anterior en el que hablo del tema).

Entonces, ¿para qué pelear? No vamos a emprender discusiones estériles que no conducen a ningún lugar. Yo creo que si cada uno está convencido de su punto de vista, es mejor que aplique lo que crea conveniente. Es como si cada uno estuviera convencido de que su religión es la verdadera. Basta de peleas, hay que aceptar la diferencia del otro.

Sin embargo, yo no estoy convencido de que mis ideas sean las correctas. Solo me gusta proponer ideas distintas para ver si consigo resultados diferentes.

¿y si resultan, entonces qué haré?